20110622

Próxima estación.

El repetitivo balanceo del vagón, llevaba horas siendo una monotonía constante. "Tac tac" sonaba a cada cambio de vía, al tiempo que se producía un nuevo balanceo en el vagón. De fondo se oía el insoportable zumbido de los túneles.
Steve se encontraba sentado en un solitario asiento de un vagón cualquiera, en un metro cualquiera de una línea cualquiera. No le interesaba viajar...
Hacía horas que estaba sentado en aquel lugar en concreto. Pero para él, era algo extraño que se había transformado en un rutina: sus horas se habían convertido en días, y sus días se limitaban a un sin fin de transbordos y cambios de línea. Todo el día de aquí para allá, sin buscar nada en concreto, sin esperar nada en concreto, sólo el tren...
Steve era pálido, de complexión débil y estilizada. Cara picuda de pómulos muy marcados; ojos de azabache; pelo ponzoñoso y enmarañado a tono con sus ojos.
Steve era una persona tranquila y paciente. Nunca había destacado en nada. Estudió en escuelas públicas, en las que nunca destacó por un comportamiento notorio o unas notas sobresalientes. Años más tarde entró a trabajar de oficinista: un cubículo con mesa y ordenador, un calendario erótico en la pared de la izquierda, una grapadora y un bote para guardar los utensilios de escritorio.
Pero aquel día, en aquel preciso instante, sí, en ese lugar allí sentado, mecido por el balanceo del tren, abotargado por el zumbido que este producía, hastiado por el infernal chirrido de las vías, no era el mismo Steve.  Se trataba de un Steve alterado, nervioso, asustado. Sus incesantes e interminables días de travesía por la extensa red subterránea, no involucraban el afán del transporte, sino el afán de la huida.
Steve huía de algo que él mismo desconocía. Simplemente huía...
Se escuchó una musiquita por la megafonía. Y Steve, moviendo alteradamente las piernas arriba y abajo, subió la cabeza listo para escuchar.
"Próxima parada ...". No se logró identificar cuál era el nombre de la parada. En lugar de eso, se escucho una voz distorsionada, grave, como si la grabación se hubiese quemado.
Steve abrió los ojos repentinamente, se había quedado dormido. Miró a través de la ventana que tenía enfrente, procurando averiguar en qué estación se encontraba. No obstante, el vagón cerró sus puertas, y no logró leer el cartel. Nuevamente y de forma cansada, al tiempo que soltaba un suspiro, se tiró sobre el asiento. Steve, asqueado por un repentino dolor de cabeza, cayó en la cuenta de que estaba solo en el vagón, y asomó la cabeza mirando a sendos lados. Estaba solo en el tren...
"Sígueme..." Dijo una voz débil que Steve decidió ignorar, identificándola como una ilusión sonora que se había mezclado con el ruido del tren. Pero aquel triste argumento no impidió que a Steve se le acelerasen los latidos, que se dilatasen tanto sus arterias como sus venas, fluyendo así la sangre más rápido; que su organismo comenzase a liberar una pequeña dosis de adrenalina, dilatando sus pupilas, y empapando su camisa de sudor.
"Sígueme..." Esta vez la voz fue clara y directa en su oído. Steve, asustado, comprobó nuevamente que era el único pasajero en el metro. Así era. Y con un suspiro de alivio, parpadeó y apoyó su espalda contra el asiento. Enfrente suya había una figura con un rostro vacío: sin ojos, sin nariz, sin boca, sin rasgos, sin cara...
El corazón de Steve se arrejuntó en un puño fuertemente apretado, en apenas la milésima de segundo que tardó en parpadear. Enfrente sólo estaba su reflejo en el cristal...
"Tac tac" sonó el tren sobre las vías. Una breve melodía dio paso a la voz del interfono: "próxima estación..." Y un grito ahogado proveniente de los altavoces, acompañó la repentina frenada del tren.
Steve, ahogado por el pánico, contempló impotente como se iban apagando una a una las luces de los vagones.
Le invadieron los recuerdos futuros. Una vívida imagen apareció frente a él, un diálogo con su esposa.
<<-Steve, yo...- Dijo Lana con voz preocupada.
-No te preocupes Lana, sabes que te amo, no hay nada de qué preocuparse.- La interrumpió Steve mientras sacaba un cuchillo de un cajón. Y la asestaba la primera puñalada en su tripa embarazada.
-Pero...dijiste que me amabas.
La segunda puñalada fue directamente al pecho, quizás de la que más sangre emanó. La tercera fue en la cara... >>
"¡No!" Gritó Steve desesperado, impotente ante aquella macabra escena. Pero las puñaladas seguían y seguían, emanando sangre por las rendijas del techo del vagón, inundándolo todo. Los jadeos de Steve se hicieron fuertemente ruidosos e irregulares. Estaba de pie en mitad del vagón iluminado, estando todo lo demás en la penumbra. La sangre se había apoderado de paredes y asientos. Unas siniestras risas inundaban el ambiente. El jadeante Steve, era el protagonista de aquel pintoresco espectáculo. Siendo premiado con el vigoroso aplauso de la multitud. El público le aclamaba, le adoraba, sólo podían gritar su nombre.
Silencio.
Se iluminó el vagón continuo, observándose al fondo un cuerpo encogido, agazapado y sollozante. De su boca emanó un leve sonido conjugado en palabras: "¿Por qué Steve, por qué? Dijiste que me amabas, que siempre estaríamos juntos ¿Por qué lo hiciste?" Aquella figura rompió a llorar desesperadamente.
-¿Lana?- Preguntó Steve con voz quebradiza.
La figura levantó la cabeza, mostrando su rostro ensangrentado, sin ojos.
-Claro que soy yo Steve ¿es que ya no reconoces a tu propia esposa? ¿Es que acaso me has olvidado porque me estoy haciendo vieja? ¿Qué ocurre Steve, te parezco fea, ya no soy lo suficientemente atractiva para ti? ¿Es por eso que me mataste Steve? ¿Por eso?...
Steve totalmente petrificado por el miedo, comenzó a correr hacia atrás, huyendo de aquel ser.
Las luces se fueron encendiendo a medida que Steve avanzaba entre los vagones, hasta que advirtió una pequeña figura en el suelo. Era una figura de aspecto fetal, rolliza y deforme. Se encontraba rodeada de un pequeño charco de sangre.
Steve quedó quieto intentando descubrir qué era aquello. Pero entonces la figura se movió, dejando a la vista su aspecto de feto a medio formar.
-¿Papá, por qué me mataste?...

Steve abrió los ojos repentinamente, se había quedado dormido. Miró a través de la ventana que tenía enfrente, procurando averiguar en qué estación se encontraba. Se abrieron las puertas y comenzó el transito de pasajeros. Steve se dispuso a salir, pero se cerraron las puertas, y el tren partió...

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