20120817

Morado. (Parte I)

<< Tus ojos son morados como tu lengua. Y tus besos fríos como el calor que desprenden tus caricias sobre mi piel. Apenas ya, me sacian tus labios mortecinos, sumisos, taimados... Te dejé marchar... y has vuelto a mí como un juguete roto... >>

Las horas se tornaban a cada momento más duraderas. Ya no recordaba cuánto tiempo había pasado desde que el último autobús de la noche desapareció ante sus ojos. ¿Dos horas, tres horas, quince minutos? Tampoco es como si le importase. Pero era la única forma que tenía de evitar el sueño que intentaba apoderarse de él. No quería dormir en aquella estación oxidada y sobretodo solitaria, en mitad de un pueblo que no conocía, con gente que no conocía, y sonidos que no conocía. Desde luego, la mejor escena para cerrar los ojos y soñar.

Cuando había sido más pequeño, su abuelo siempre le había narrado historias del lugar en que nació.-El bosque se apodera de todas las colinas hasta donde la vista se pierde,- solía narrar con emoción- pero incluso en un paraje como aquel, habían crecido casas. Y estaban habitadas con gente, gente humana ¿te lo puedes creer?

-Pero abuelo, ¿cómo pueden crecer las casas? Tienen que construirlas señores con cascos,- le contesté yo aún siendo un mocoso- que me lo dijo mamá. Y un día vimos a esos señores construyendo una casa muy grande al lado del parque.

-Cuando seas más mayor te contaré una historia,-rompió en carcajadas el abuelo mientras le revolvía el pelo- pero ahora tienes que irte a dormir, o sino tu madre me regañará.

La nube de recuerdos estalló y volvió a la realidad. Se había quedado traspuesto, no habían sido más de dos segundos. Pero comprobó nerviosamente que todas sus pertenencias estaban a salvo: maleta, cartera, móvil... -"El billete"-Pensó. Y de un respingo se puso en pie; pulso acelerado y sudor frío en la espalda. Volvió a palparse los bolsillos con las últimas esperanzas de encontrarlo. No hubo suerte. Miro a su alrededor y vio una persona alejarse corriendo con un billete en la mano. Salió corriendo. -"¿Cómo es posible que no lo haya notado? Maldito bastardo, pienso matarlo en cuanto lo coja"-Pensaba mientras sus zancadas así como las del perseguido, se desvanecían en la noche.

Tenía las piernas recogidas para abrazarse las rodillas. Se sentía fuertemente magullado y le costaba respirar. Había girado a la izquierda, se había tropezado en unos arbustos. Luego volvió a girar: derecha, izquierda, y ahí se perdió definitivamente. Cuando entró en lo profundo del bosque, dio por perdido al ladrón, los billetes y a sí mismo. No sólo no sabía dónde estaba, sino que su móvil no tenía cobertura y su maleta le esperaba en la estación.
-¡Mierda puta!- comenzó a gritar a la luna- ¡Joder! ¡Ahí te ahogues luna de mierda! ¡COÑO!- apoyó la espalda contra el tronco del árbol que tenía más a mano. Y siguió maldiciendo hasta quedar dormido con los ojos rojos de ira. Esa noche soñó con su abuelo.

Powered By Blogger

Seguidores