20110827

Despójate de la vida.

Ven conmigo.
Despójate de todos tus sentimientos,
de todas tus inútiles emociones.
Toma mi mano,
déjame guiarte y protegerte.
Agárrame fuerte,
dejando atrás todo recuerdo.
Olvídate del dolor,
del sabor de los besos,
del tacto de la lluvia.
Olvida todo tu sufrimiento.
Ya es la hora de que sientas la felicidad en tu cuerpo.
Ven,
déjame hacerte eterna.
Déjame volverte perfecta ante los ojos de Dios.
Confía en mí,  
déjame mostrarte el camino hacia tu castillo.
Sostén fuertemente mi mano.
Ven conmigo.
Despójate del odio
y acércate hacia la penumbra.
Ven conmigo
y conviértete en la reina de las tierras sobre tu tumba.

20110819

El piano de cola.

Una melodía suave inunda la sala. Parece una balada, lenta y cargada de melancolía. No obstante, tiene un fondo alegre. Más que alegre, cómicamente siniestro. 
Sus pasos destacan sobre la música. Las luces oscuras y tenues realzan su figura, llenan de brillo su piel, destacando una profunda mirada acabada en verde con retazos rojos.
Intento disimular, pero de joven me debí saltar esa clase, y la miro de arriba a abajo. Analizo cada parte de su cuerpo, cada rincón, cada pequeña arruga, cada lunar solitario. El vestido de seda nacarada acaricia su piel como me gustaría hacerlo a mí. Pero no me importa, ya me he perdido entre sus cabellos: finos, dorados, hilo de los dioses.
El vinilo aún sigue girando. Puedo sentir la aguja vibrando con cada una de las notas que componen el ambiente. La voz femenina de la solista; sus dedos finos y ágiles acariciando el piano. Puedo verlo en mi cabeza: sobre mí se alza un escenario de madera, está viejo y algo agrietado. Si uno se fija, pueden apreciarse los recuerdos de las personas que pisaron aquellos tablones de madera. Pero esta noche es diferente. La sala está abarrotada de gente. A ojo se pueden aproximar más de cien personas: se trata de un lugar pequeño, un lugar donde poder rozar el cielo.


<< Se balancea grácilmente sobre sus tobillos. Acaricia el suelo con sus pies desnudos. Un paso, otro, un paso, otro. Se acomoda el vestido antes de sentarse frente al piano: negro, brillante, apenas apreciable en la oscuridad, sólo las teclas y el cuerpo abierto.
Ella acaricia las teclas, pero no las pulsa, tan sólo disfruta de su tacto. Mira rápidamente al público, buscando la mirada de alguien. Pero está oscuro, no se ve nada.
Inspira el aire viejo de la sala, y lo deja escapar de su cuerpo. Cierra los ojos, y extiende la escalera que nos lleva al cielo.  Los peldaños son dorados, de diferente extensión: los hay más grandes, más pequeños, más breves, más duraderos, pero todos ellos perfectos. En ese momento, la luna soltó un gemido, un llanto. Las estrellas verdes se humedecieron. Comenzó a cantar y todos rozamos el cielo.>>


Y el vinilo finalizó


Muy despacio me acerqué a ella. Quería perderme entre sus ojos, aunque en mi interior, quería perderme por todos los rincones de su cuerpo.
- Esta noche busqué tu mirada entre el público. Pero estaba oscuro y no la encontré.- Dijo ella.
- Yo sí encontré la tuya.
- ¿Y qué te pareció?
- Algo hermoso, indescriptible. Siempre logras cautivarme con esas dos joyas que tienes por ojos.
- No, idiota. Me refería al concierto.- Esgrimió entre carcajadas.
- Francamente maravilloso, como de costumbre.- Dije al tiempo que la sonreía.
- ¿Se notó mucho que me equivoqué?
- Hiciste bien equivocándote, sino hubiera sido perfecto.
De entre sus labios salió una pequeña risita que acompañó con un manotazo suave en el brazo.
Yo la respondí con una sonrisa casi al instante. Debería haberme sentido idiota, pero no fue así.
Adelanté mi cuerpo un paso, pegándolo al suyo, y me apresuré a besarla. 
Cuando nuestros labios chocaron, pude sentir su corazón, la rapidez con la que bailaba clamando libertad.
Al terminar el beso, ella dijo que no quería hacerme daño, que no quería que acabase mal. Yo contesté que no podría hacerme daño, y que no tenía por qué terminar mal, pues tarde o temprano todo tiene su final, sin necesidad de que por ser un final sea malo.
- Lo digo muy en serio, no quiero hacerte daño.- Me replicó.
- Yo también lo digo en serio.
<< Cuando terminó el concierto, la sala se llenó de un eco sordo que lo plagaba todo de aplausos. Pero yo no los oía, sólo podía escucharla a ella, a las lágrimas que poblaban su rostro cayendo sobre el piano. A sus ojos verdes entristecidos... 
Se levantó. Reverencia. Y las cortinas se cerraron como una vez se habían abierto: entre aplausos...>>


Ella me abrazó buscando mis labios desesperadamente. Yo la agarré. Podía sentir su calor, oler su perfume, notar el suave tacto de su vestido bajo mis manos nerviosas. Y tocó un concierto privado, sólo para mí.







20110808

Esto debe ser "echar de menos"

Desperté con la música de las nubes negras. Bueno, no desperté, simplemente no me dormí. Pero tampoco tenía prisa ni intención de dormir: lo que creía que era una sensación de sueño, era sólo una sensación de soledad; dos palabras tan parecidas y relacionadas entre sí, que su mera pronunciación podría sembrar un atisbo de miedo en el más feliz y despierto de todos los muertos del cementerio.
Tras una ventana empañada, húmeda y fría, pequeñas casas aparecen, haciéndose más y más grandes a medida que me aproximo. Son pocas las luces de mi visión: dos o tres farolas, alguna que otra estrella despistada, nada muy alentador o llamativo, nada que robase mi atención del pensamiento.
Había estado lloviendo desde mucho antes de que yo despertase aquella mañana. Me sentía triste y apagado, como el día: cubierto por un manto de nubes aparentemente infinito. Bien podría haberse tratado del cielo nocturno de París, o incluso de las diurnas noches de Madrid. Sí... que recuerdos. No estoy una semana fuera y ya invaden mis pensamientos. Pero no son las noches de Madrid lo que recuerdo, no.
Llevo muchas horas dándole vueltas a la cabeza, como me pase de rosca, se caerá de su sitio. Tampoco me importaría, últimamente me está dando más problemas de los que debería. Quizás esté estropeada... Pero bueno, por perder diez centímetros de altura...
Son las tres y dieciocho de la madrugada. En Madrid no me habría resultado nada raro, pero estando aquí, sí lo es. He estado casi dos horas leyendo, y unos cuantos minutos haciendo un sobrehumano esfuerzo por dormir. ¿Cómo demonios se hace eso? ¡Tsk! Creo que estoy perdiendo la cabeza.
Hace unos cuantos días que no escribo nada. Qué digo días, semanas... Estoy viviendo unas vacaciones que por momentos se vuelven más intensas ¿y no se me ocurre nada para escribir? Hay que joderse...
El tiempo pasa muy rápido cuando uno se sienta a charlar con el pensamiento. Y por mirar la lluvia parece haberse acelerado. Pero son sólo las tres y veinte, apenas han pasado dos minutos.
La lluvia aquí es algo distinto, mágico todo un espectáculo. Es como una fina capa de seda transparente cayendo suave sobre el cuerpo desnudo de una mujer, es algo tan bello como indescriptible. Inmediatamente germina en mi cabeza un pensamiento, un nombre, una figura, un color, una persona. Estoy triste y quiero reír, pero los látigos de la memoria azotan mi espalda cruentamente. Imagen tras imagen, los recuerdos aprisionan mi razón, jugueteando con un panel en el que se puede leer: "sentimientos". Parece algo inevitable, algo que todos haríamos, algo que a todos nos pasaría al ver un enorme botón rojo, aunque estuviese escrito "tristeza" en él: lo pulsaríamos.
Cómo es posible que tenga tantas ganas de dormir sin tener una pizca de sueño. No lo entiendo. No entiendo nada. No entiendo por qué llueve y siento. No entiendo por qué recuerdo y siento. No entiendo por qué no entiendo. Esto debe ser aquello a lo que llaman "echar de menos". No entiendo por qué tiene que ser horrible, por qué no puede ser alegre. ¿A lo mejor soy yo? Sí, seguramente sea yo. Además, el día está tonto. Sí, eso es, sólo es un mal día. Mañana será mejor, seguro que sale el sol, y sonrío. Sí, mañana será mejor.
Me acuesto en la cama y cierro los ojos. Mi cabeza empieza a volar, empieza a imaginar: frases, sonidos, diálogos, imágenes incoherentes. Finalmente duermo suspirando un último nombre, exhalando un último "te echo de menos".

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