20110605

Aquella noche

Todo ocurrió durante el cambio de estación. Rápido, sencillo, breve e intenso.Como solía ocurrir año tras año. El sol cabalgaría horizonte abajo, poblando de colores todo el mar a su paso. La luna, muy enamoradiza ella, asomaría su rollizo rostro envuelto en pálidos colores. Las estrellas -los deseos de cuando somos niños y aparecen al morir- chapotearían en el oleaje, en la calma del mar, e inundarían el aire con su sabor de esperanza.
Sobre las velas ondearían diversas texturas. Sobre las velas ondearía la musicalidad del mar. Sobre las velas ondearía tu cuerpo desnudo aquella noche, ¿lo recuerdas?, cuando la magia nos vino a visitar. Tú estabas sobre mi pecho, cálida e inerte, quieta, como si yacieses sobre el lugar en el que pasar la eternidad. Cada bocanada de aire me sonsacaba una sonrisa de alivio. -Sigue viva.- decía entra breves risotadas para no despertarte.
<< -Cuando duermes no haces ruido, pareces muerta.
-Entonces algún día seré un hermoso cadáver.
-Sólo si la muerte no cae prendada a tus pies.


Ella mira por la ventana de la habitación. Cuando mira al mar se le iluminan los ojos. Se enciende una hoguera en su corazón y alumbra las pesadumbres, dejando a un lado cualquier mancha escamoteada en su espíritu.
-En qué piensas cuando miras el infinito.
-No pienso en nada, por eso me gusta mirarlo. Me gustaría conocerlo, navegar y vivir aventuras. Incluso podríamos ser piratas.-Una sonrisa afloró en su rostro.
-Si es lo que quieres, compraré un barco y te llevaré más allá del horizonte. 
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.>>
Cayó la magia del cielo, y la luna nos arropó con su manto. Yo la abracé con fuerza. Delicadamente dibujé su contorno con mis manos: línea por línea, curva por curva. Clavó sus ojos sobre los míos, desnudando mis pensamientos. Me arrancó un pasional beso que escarmentó con una cara de placer y sorpresa cuando acaricié su sexo, cálido y húmedo, esculpido por los dioses. 
Jugueteaba con mis dedos entre mordiscos y arañazos, entre suaves gemidos, besos y abrazos.
Entonces ella quiso más, guiando mi pene hacia su interior. 
Aquella noche de gritos, en que nos visitaron las estrellas. Aquella noche de cuerpos sudados, en la que nos convertimos en el cuadro que pintó la luna. Aquella noche en la que el sol nos encontró de madrugada. Fue aquella la noche en que nos hicimos uno.

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