20111010

La señora Rodolfa

Todos los días te levantas la noche antes de nacer, cuando tus padres se han marchado de casa y no te queda más remedio que ser el hijo de la vecina. Pero entonces llegan los religioso haciendo ese desdeñoso ruido al que huelen las pantuflas de doña No Tengo Dónde Sentarme. Y entre eso y la cogorza de noche vieja, se nos hizo tarde para la vendimia.
-!Pero hijo mío si aún estamos a un paso de la evolución, qué diantres estás hablando de circunvalar la radial quince¡
-Que no madre, que no, que las uvas hemos de comprarlas pronto que a este paso nos las darán en botellas de vidrio.
Y es en ese preciso instante en el que recaes sobre la absurda idea de una epidemia de locura generalizada.
-!Que no cunda el pánico¡ Llevo mudas limpias.- Gritan los perros del vecino oblongo (él no, los perros).
Pero ya es tarde para el consomé, es la cuarta vez que te levantas del baño para contestar al teléfono, y es la sexagésima vez que cuelgan porque no te has la vado las manos primero.
Y en esto queridos amigos, consiste el timo de las lavativas.

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