El olor a asfalto mojado cubría parte de la fotografía, junto con el ruido impreso de los coches. Los semáforos no paraban de cambiar: del rojo al verde, del rojo al verde, pero siempre pasando por el amarillo. Los autómatas se convertían en borrenes espontáneos al ritmo de la aliterante melodía que escupían las cajas grises de los semáforos.Y durante esa pequeña eternidad en la que se embuten los cruces de las ciudades, yo perdí mi cordura junto a mis propias vacilaciones.
Apenas unas calles más allá, quizás sólo unos metros, o quizás más. Un niño perdía su globo, aunque mejor dicho, el globo perdía a su niño. Lo abandonaba dejándolo cada vez más atrás, cada vez más lejos y más lejos. Pero el "click" del obturador pasó desapercibido entre el sonido de los coches, hasta completarse el silencio.
A la semana siguiente la gente lo olvidaría, pero al igual que la inmensa mayoría, a la mañana siguiente se sentarían en una mesa de madera, o tal vez de cristal, e incluso puede que simplemente corran a acelerar sus vidas, a llenarse la cabeza de pesadumbre, de ideas amargas y vacías. No sé si serán unos pocos los que leerán el periódico con cada una de sus letras, o simplemente serán todos los que giren las hojas en desgana, sin leer apenas los títulos. Serán muchos los que salten a la sección de deportes y sigan en su túnel. Pero no me importará, ya estaré muerto y sólo seré un recuerdo en un semáforo, una fotografía en el tiempo con el "click" de mi cámara impreso.
El sol acariciaba pasionalmente el rostro del globo, excitando su sangre, haciéndolo crecer hasta explotar. Las partículas dispersas tras la pequeña explosión colisionaron sobre otras partículas cargadas de energía, produciendo un apenas perceptible cambio en el espacio y por tanto en el tiempo, transmitiendo su agitación en forma de un pequeño campo electromagnético, que indujo una energía sobre electrones libres allá a lo lejos por la ionosfera, el hogar de los truenos. Fue así como comenzó un estallido vestido de incertidumbre y superposición a lo largo de un periodo determinado dentro de un conjunto real formado dentro del espacio-tiempo, llevando a cabo el mismo recorrido, la misma trayectoria...
La lluvia calló sobre el asfalto como un gatito asustado sobre la lápida de su dueño. Las ventanas se tornaron moteadas con un fondo gris, mientras la atmósfera se cargaba con el sabor pálido de la angustia. Los semáforos cambiaron rápidamente de dirección en su particular espectáculo digno de cualquier feria mediocre.
Y corría sin ninguna razón, simplemente corría, como huyendo de algo: de mis pensamientos. A cada paso, la lluvia se oponía a mí, y el siguiente paso se volvía un abismo en el que antes gustaba mirar, pero ahora sencillamente él se sentaba a mirarme a mí a lo largo del infinito camino que suponía el siguiente paso tras el primero. Una vida entera recorría mi memoria esquina por esquina al tiempo que mi propia hipocresía mostraba su más burlona carcajada entre lágrimas. Pero el "click" del obturador pasó desapercibido entre el sonido de los coches, hasta completarse el silencio.
El olor a asfalto mojado cubría parte de la fotografía, junto con el color de la sangre bajo mi cuerpo muerto.
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