20110519

Figuras

Entramos en una habitación espaciosa, cuadrada, con una gran ventana abierta por la que entra el sonido de la lluvia. Nuestro paso es dificultoso debido al desorden que encontramos, no obstante somos lentos, precisos, cuidadosos de no pisar nada que delate nuestra presencia. La habitación parece vacía, sin vida. Giramos nuestra mirada dirigiéndola a ninguna parte, en busca de nada en concreto. Sentimos un suave tacto en el ambiente, solemne y mágico, la lluvia a través de la ventana. Nos quedamos parados frente a esta, como posando para un retrato que nunca se dibujará.
Ahora percibimos una perturbación en el ambiente; ondula con un color gris pálido que llama nuestra atención, por lo que volvemos a posar nuestra atención en la habitación en sí. Todo sigue igual que cuando entramos. ¿Todo? No, todo no. Hay una gran figura con un contorno definido, pero no podemos reconocerlo. Sostiene entre sus manos otra figura, de la que parecen surgir las perturbaciones ondulatorias, pero ya no son grises, ahora parecen cambiar a un color más cálido. Descubrimos que no es la única fuente. La primera figura también parece producir perturbaciones, pero de una naturaleza distinta, incoloras. 
Mientras las primeras perturbaciones ondulan entre colores cada vez más fríos y azules, a la vez que pálidos y brillantes, pero apagados y mudos; nosotros decidimos incumplir las normas adentrándonos en la segunda fuente emisora, la primera figura. Dentro parece dominar el caos y el orden, todo oscuro y luminoso al mismo tiempo. En nuestro camino, entramos en contacto material con los desconocidos entes, también emisores de pequeñas ondas al parecer; experimentamos lo que las figuras conocen como "sentimientos". 
Llegamos al misteriosos emisor, para descubrir su funcionamiento inverso, como receptor. Bajo las ya incumplidas normas, comenzamos a juguetear con todos aquellos entes, comenzamos a "sentir" y a percibir cosas. ¿Qué percibimos? Al unirnos con un ente, adquirimos las supuestas cualidades de las figuras: visión lúcida de la falsa realidad. Frente a nosotros se encuentra una figura, pero ahora conocemos sus rasgos. Se trata de una muchacha, es hermosa, pero ella reniega. Ahora la figura en cuyo interior nos encontramos, la responde, renegando de su reniego con respecto a susodicha hermosura. La conversación se vuelve monótona y estúpida, pero ninguno de los dos parece percatarse. Abandonamos el ente y buscamos uno nuevo. Ahora volvemos a ver la misma figura hermosa, pero parece difusa, perdida, se trata de una ilusión. 
Finalizamos nuestro viaje haciendo una visión general de todos los entes. Todos son iguales en este momento.
Nos desvanecemos mientras nos alejamos del interior de la primera figura. Las perturbaciones ahora parecen sincronizadas una con otra, y esa una con la lluvia, y esa otra con la lluvia, y la lluvia con esas una y otra. 
Nos reclaman. Desaparecemos dejando la habitación convertida en un punto perdido en el espacio.

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