20121125

Morado. (Parte 2)

<< -Venga chicos, no seáis un caguetas, vamos,- gritaba el niño del polo azul, a unos cuantos metro por delante del grupo.- que no tengo todo el día.
-Pe... pero ¿y si es cierto lo que dicen?
-¡Tú estás tonto! ¿Cómo va a ser verdad?,- replicó el chico de los pantalones de pana.- Alguien lo habría dicho ya, y este sitio estaría cerrado por la policía, no por un vieja loca ya muerta.
-Sí... tienes razón...

E inseguramente arrastró los pies con los otros dos niños, para adentrarse juntos en el fondo del bosque. >>

Recuerdo que mi abuelo siempre me contaba la misma historia. Un inofensivo cuento para niños. Mi madre siempre bromeaba diciendo "más que para niños, es para no dormir" y todos rompían en carcajadas. Todos menos yo, claro.

-¡Eh, tú! ¿Qué haces aquí? ¡Venga despierta! ¡Vamos! No quiero tener que esposarte dormido...
-Pero qué...- balbuceé mientras intentaba no quedarme ciego por la luz del sol.- ¿Eres policía?
-¿Y tú imbécil? ¡Venga vamos!- tiró bruscamente del brazo para levantarle.
-¡Más cuidado! Casi me arrancas el brazo.
-Espera a que te ponga las esposas.

Y efectivamente, las ató tan fuerte que pensó que le cortarían las manos.

Las siguientes tres horas fueron bastante breves: le montó en coche y se lo llevó a la comisaría; gritó, pataleó e incluso lloró; intentó explicar a la agente lo que había pasado la noche anterior, qué hacía allí en el bosque.
Pero a pesar de todos sus esfuerzos, seguía sin entender qué hacía esposado en aquel zulo, esperando a que el abogado de turno viniese a defenderle.

<< El niño del polo azul fue el primero en ver aquel... aquel rostro de pesadilla; fue el primero en gritar, intentar encararse y huir. También fue el primero en caer. Parte de su sangre, con un pequeño aderezo de vísceras, bañó a los otros dos niños enmudeciéndoles el grito, y paralizándoles esas rollizas piernas de niño mimado... >>

 La pequeña niña, cayó prendada del apuesto y solitario príncipe, jurándole amor eterno. Y el príncipe, desconfiado pero ahogado de pasión, la hizo prometer que jamás miraría qué había detrás de las puertas de la tercera torre. Jamás...
Pero frágil es la mente del ser humano, y poderosa la curiosidad de una niña. Así que una mañana en la que el príncipe de su amor había marchado de cetrería, pensó: "por qué habría mi príncipe, el amor de mi vida ocultarme algo. Quizás me esté protegiendo de lo que esconden esas puertas, quizás me esté protegiendo porque piensa que soy una niña. Pero yo soy su amor, su princesa, ya no soy una niña". Y fue así como con paso firme y decidido, la muy adulta de la niña, entró en la tercera torre, la torre prohibida.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Powered By Blogger

Seguidores